21 de octubre de 2010

La raza maldita de los agotes aragoneses

Los agotes (al igual que los chuetas mallorquines, los vaqueros asturianos, los cretinos o incluso los payeses de remensa catalanes) constituyeron poblaciones absolutamente marginadas y subyugadas por la población autóctona repartidas por el Pirineo vasco, navarro, aragonés o francés. Según unas fuentes su procedencia vendría de los godos franceses, para otros podían ser cátaros y según otros serían musulmanes vencidos en Poitiers en el año 733.

La primera mención se da en Francia en el cartulario de la Abadía de Luc en el año 1.000. A partir del siglo XVI se fueron promulgando con escaso éxito leyes para tratar de evitar la segregación a la que estaban sometidos pero todavía perduraría hasta entrado el siglo XX en el caso del barrio de Bozate en Navarra, el más famoso de los asentamientos agotes.

La raza de este pueblo maldito parece que era distinta del resto de la población. Pío Baroja dijo de ellos que algunos tenían un aire germánico y sin embargo otros recordaban a los gitanos.

Los agotes debían llevar bordado en rojo una pata de oca sobre fondo claro en su hombro izquierdo. Mucho se podría hablar sobre la simbología de la pata de oca, símbolo que podemos encontrar por ejemplo en los extremos de la cruz templaria, o en el crismón románico que son dos patas de oca superpuestas que forman la X y la P (iniciales de Cristo) y que se extendió por la península ibérica a partir de la catedral de Jaca. Es frecuente este símbolo a lo largo del camino de Santiago (camino espiritual divulgado a los no iniciados mediante el juego de la oca) y parece ser un símbolo iniciático usado por los constructores de esas iglesias románicas. Precisamente los agotes tenían fama de ser buenos constructores y se dedicaban a ser albañiles o carpinteros mientras que las mujeres trabajaban con la rueca.

El agote debía acceder a la iglesia franqueando una puertecilla vergonzante que le obligaba a entrar agachado. El agua bendita la recogía con la punta de un cucharón, asistía a misa en un rincón apartado destinado para ellos y el cura les daba la comunión en el extremo de una larga paleta. En su vida habitual, el agote debía abrevar en fuentes exclusivas para ellos, no podía dedicarse al comercio, solo podía cultivar campos de lino o cáñamo aunque se les permitía un pequeño huerto de subsistencia y no podían tener cabezas de ganado a excepción de un cerdo viudo y un asno. Eran acusados de llevar un estigma en su cuerpo, de transmitir la lepra, de oler mal (imagino que sería un mal común en la época y no solo entre los agotes), de no tener lóbulos en las orejas y de haber fabricado la cruz en la que murió Cristo. Por supuesto, estaban obligados a mantener la endogamia más absoluta, a vivir en barrios apartados y además eran enterrados en cementerios aparte.
Iglesia de Plan

Las comunidades agotes más importantes en Aragón se encontraban en los valles próximos a Jaca, valles de Echo, Ansó y Aragón y en el valle de Gistaín. Este último valle lo estudió la escritora chistabina recientemente fallecida Nieus L. Dueso Lascorz en su trabajo “Los agotes de Gestavi (Bal de Gistau)”. Este estudio está disponible en Pdf en la Universidad de la Rioja y se puede encontrar fácilmente con Google. Un indicio claro de la presencia de agotes es la existencia de una pequeña puerta en una iglesia por la que debían entrar humillados al templo. Según Bastian Lasierra podemos encontrar esas puertas en Ansó, Fago, Echo, Majones, Salvatierra, Sigüés, Berdún, Villanúa, Castiello, Barós y Plan.

Enlaces:

Los agotes en Aragón (I) - Bastián Lasierra
Histoire des races maudites de la France et de l'Espagne - Francisque Michel 1.847

4 comentarios:

Blanca dijo...

Me ha gustado mucho!

billyjoe83 dijo...

En Lobera de Onsella también he visto una, así como en Añón de Moncayo

billyjoe83 dijo...

Me refiero a puertas secundarias de reducidas dimensiones ya tapiadas

Manuel Torcuato dijo...

Esto es fascinante. Las portetecillas pequeñas para humillar al agote, también en Aragón. Como en la Francia pirenaica.