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San Jorge |
El milagro producido en la batalla del Alcoraz lo cuenta Diego de Aynsa en 1.619 en su "Fundacion, excelencias, grandezas y cosas memorables de la antiquissima ciudad de Huesca".
El ejército aragonés, tras la muerte de su rey Sancho Ramírez, se aprestaba a la toma de Huesca.
En el mismo momento del primer choque, un caballero con armadura resplandeciente montando un fogoso caballo se precipitó a la lucha a la cabeza de los cristianos dándoles ánimo, coraje y valor.
Nadie sabía su nombre pero destacaba sobre todos gracias a una gran cruz roja que llevaba sobre su coraza y su escudo. Detrás de este caballero, le seguía otro guerrero a pie.
Toda la caballería aragonesa se lanzó al ataque rivalizando en bravura y valor. Los musulmanes fueron vencidos y pidieron la rendición al rey Don Pedro.
Tres días después, el 28 de noviembre de 1.096 las tropas aragonesas hicieron su entrada triunfal en Huesca mientras que por otra puerta salían los árabes vencidos llevando sus armas y pertenencias y abandonando con lágrimas en los ojos su célebre mezquita.
Se buscó entonces por todos lados al valiente caballero de la cruz roja sin que apareciera por ningún lado. Se encontró al caballero que le seguía a pie pero nadie le entendía porque hablaba en alemán.
El ejército aragonés, tras la muerte de su rey Sancho Ramírez, se aprestaba a la toma de Huesca.
En el mismo momento del primer choque, un caballero con armadura resplandeciente montando un fogoso caballo se precipitó a la lucha a la cabeza de los cristianos dándoles ánimo, coraje y valor.
Nadie sabía su nombre pero destacaba sobre todos gracias a una gran cruz roja que llevaba sobre su coraza y su escudo. Detrás de este caballero, le seguía otro guerrero a pie.
Toda la caballería aragonesa se lanzó al ataque rivalizando en bravura y valor. Los musulmanes fueron vencidos y pidieron la rendición al rey Don Pedro.
Tres días después, el 28 de noviembre de 1.096 las tropas aragonesas hicieron su entrada triunfal en Huesca mientras que por otra puerta salían los árabes vencidos llevando sus armas y pertenencias y abandonando con lágrimas en los ojos su célebre mezquita.
Se buscó entonces por todos lados al valiente caballero de la cruz roja sin que apareciera por ningún lado. Se encontró al caballero que le seguía a pie pero nadie le entendía porque hablaba en alemán.
Los clérigos proclamaron el milagro producido y dando gracias al cielo declararon que el caballero invencible que había desaparecido no era otro que San Jorge.
Y con este milagro comenzó el fervor de Aragón por San Jorge que años después fue proclamado patrón del reino y cuya veneración se extendió a toda la Corona de Aragón.
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